Nutrición

Lo dulce sabe mejor

Cuando un bebé pasa de los alimentos líquidos a los sólidos, se recomienda comenzar por las papillas de verduras y después con las de frutas, esto según algunos pediatras, se debe a que las frutas son dulces y cuando el bebé descubra estos sabores después ya no le apetecerá comer las verduras.

Aunque esta técnica puede ser muy debatible, el hecho de que los bebés nacen con un gusto innato a los sabores dulces es una realidad, o ¿qué niño puede resistirse al atractivo sabor de los helados, caramelos, chocolates y galletas?

Pero no sólo los bebés y niños son incapaces de resistirse a los encantos del dulce, también los adultos, aún sabiendo que no es la mejor opción para nuestra salud, no ponemos mucha oposición a su consumo. Ya sea que estemos tristes o felices, comer un postre casi siempre nos caerá de maravilla.

El dulce es el sabor del que más estudios se han realizado y se seguirán realizando, ya que al ser el preferido por la gente, de ahí su interés por conocer los mecanismos que existen detrás del placer que, consciente o inconscientemente, genera su consumo.

Pero ¿por qué nos gusta tanto el azúcar? ¿qué sucede en nuestro organismo cuando recibe algo dulce?

Comencemos por explicar que el azúcar es un término utilizado para referirse a diferentes tipos de moléculas llamadas hidratos de carbono, las cuales se encuentran en infinidad de alimentos y bebidas que no precisamente tienen que ser dulces, también se pueden encontrar en productos salados como la salsa de tomate, pizzas, embutidos, latas de legumbres, etc.

Al entrar en contacto la lengua con los azúcares, se activan los receptores de lo dulce situados en las papilas gustativas y comienzan a enviar señales al cerebro, donde se procesan los diferentes sabores. Aquí se clasifican los sabores entre agradables o desagradables. Todas estas señales activan el sistema de recompensa del cerebro que marcará una tendencia a repetir esta sensación de placer en el futuro. Esto significa que a los humanos se nos hace muy fácil distinguir el azúcar en los alimentos y volvernos, de alguna forma, “adictos” a ellos.

Existe además, una predisposición innata hacia los sabores dulces, ya que los amargos indican peligro de toxicidad en sus componentes, mientras que los alimentos con sabores dulces, como la fruta, no presentan ningún riesgo en su consumo y nos ayudarán a conseguir la energía que necesitamos para sobrevivir.

El consumo excesivo de azúcar puede ser un riesgo para la salud, pero eso no quiere decir que tenemos que dejar de consumir cosas dulces, existen opciones en el mercado como los sustitutos de azúcar (edulcorantes de mesa), que nos pueden ayudar a disminuir el consumo de azúcar que puede causar daños metabólicos, y muchas veces irreparables.

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